Durante un viaje a
Argentina descubrí este libro en la pequeña biblioteca, de un mínimo
salón, de un piso en Buenos Aires. Tenía 19 años y empezó mi búsqueda
del yo, del sentido de la vida y de mi propio camino.
Siempre me he
preocupado por esos temas pero hasta que no me encontré este libro no me
había dado cuenta de la necesidad imperiosa que sentía de esa búsqueda.
Esa frase se
convirtió en mi estandarte y en mi realidad. Todavía hoy continuo
buscando, inaugurando mi camino, sí, lo estoy inaugurando, porque me
siento muy al principio, tan sólo he dado unos pocos pasos.
Elegí mi carrera
por vocación, ésta me desilusionaría con el tiempo y me haría abrir los
ojos a la que realmente ha sido siempre mi vocación aunque no sea una
realidad. Tal vez por ser menos realizable la había dejado en un segundo
plano.
Y en este punto
nos encontramos de nuevo, en el punto en el cual esta frase se repite de
forma continua en mi cabeza y me pone el corazón en un puño, al borde
de la asfixia. Por supuesto que por esta frase he pasado muchas veces en
mi corta vida, pero los obstáculos eran superados y la meta conseguida,
esta vez la meta está muy lejos, casi inalcanzable, la más difícil de
todas y la que, por supuesto, daría cierta felicidad y sentido a mi
vida.
No espero llevar
una vida diferente a todo el mundo, como ya he expuesto en mi anterior
tema no creo que eso sea posible, es una utopía. Pero sí quiero vivir mi
vida, la vida que yo quiero.
Primero de todo
soy una persona afortunada, por donde nací, por la familia que tengo y
por encima de todo por mis padres que lo son todo porque lo dan todo. No
tengo derecho a quejarme, pero como dice de mi, quien me conoce, soy
inconformista, tengo necesidad de retos en mi vida, en cuanto siento que
no aprendo me desmotivo, si lo que hago no me lleva a donde quiero lo
aborrezco.
En ese momento estoy, sé lo que quiero, lo que tengo que hacer y por lo que tengo que luchar, ¿Porqué había de serme tan difícil?.
El ser humano se
pone obstáculos en su propio camino, nos ponemos la zancadilla a
nosotros mismos y jugamos al escondite con nuestros propios anhelos. Nos
gusta atarnos a lazos materiales, sentimentales, profesionales y un
millón más de excusas para no realizar nuestros sueños, porque si luchas
lo consigues, ¿será el miedo al fracaso?. Nos engañamos a nosotros
mismos diciéndonos que no valemos, que se necesita de ciertas
circunstancias, que eso sólo lo consiguen otros. Sí, esos otros, que nos
muestran todos los días los medios de información. Creemos que ellos
son los elegidos y nosotros sólo gente común, del montón que nunca hará
nada digno de mención. Hasta los gestos más sencillos son dignos de
mención. Realmente existen los héroes anónimos, la sociedad nos engaña
creyendo que sólo lo que es divulgado en los medios de comunicación
merece de reconocimiento. Pero ésto es otro tema.
En un momento de
mi carrera universitaria, un profesor (al que admiraba bastante aunque
no compartiera todas sus ideas) me dijo en medio de una clase, “tú harás
grandes cosas en la vida”, y eso intento, eso busco, hacer pequeñas
grandes cosas en mi vida. Como ya he dicho algunas metas ya las he
alcanzado, pero me queda la más grande o la menos pequeña, la más
pomposa y menos sencilla, la más egocéntrica y menos modesta. La más
grande de todas.
Yo lucho por
salir de este circulo vicioso de auto-desmotivación y trabajar por mis
sueños, que al final se resume en vivir mi propia vida, porque sólo
tenemos una y no hay que desperdiciarla siendo conformistas.